
Vagandos +

Hace mas de 10 años, Karina y yo decidimos que queríamos aprender más de la vida… no solo en libros, sino en calles, sabores y miradas de otros países.
Nos propusimos dos cosas: invertir en experiencias, y coleccionar aprendizajes que no caben en una maleta. Desde entonces, cada vez que podemos, dejamos atrás la rutina y salimos a descubrir cómo se vive en otras partes del mundo.
Viajar nos ha enseñado más de lo que jamás imaginamos. Nos abrió los ojos, el corazón… y la mente. Porque no hay mejor escuela que el mundo mismo.


Palacio de Bellas Artes,
Ciudad de México.
America del Norte
MX | 484
México
El lugar más pinche hermoso del mundo mundial, y también uno de los más complejos. Recorrer México ha sido una de las experiencias más profundas y transformadoras que hemos vivido. No solo por sus paisajes, su gente o su gastronomía —que son de otro nivel—, sino porque cada rincón de este país está cargado de historia viva, de culturas milenarias y de una riqueza que no se aprende en libros, sino caminando. Desde las playas de Balandra hasta Holbox, desde la Riviera Nayarit hasta Xcaret —el mejor parque temático del mundo—, cada lugar nos ha contado una historia distinta, con voz propia. Las montañas de la Huasteca, los bosques de Tapalpa, la Peña de Bernal… Teotihuacán, las ruinas mayas, las ciudades virreinales, los pueblos mágicos. México está hecho de capas de tiempo, de lenguas antiguas, de resistencia y belleza. Pero también es cierto que viajar por México requiere conciencia. Amamos este país profundamente, por eso nos duele ver cómo su riqueza cultural convive con realidades que amenazan su seguridad. A veces el corazón se nos parte entre la admiración y la preocupación. Y aún así, esperamos volver pronto y seguir apostando por conocerlo, porque creemos que la mejor forma de honrar su historia es no dejar de contarla, no dejar de caminarla.


Puerta de Álcala,
Madrid.
Suroeste de Europa
ES | 724
España
Viajar es aprender con los sentidos y este lugar es una clase magistral de historia y cultura. Pisar este reino transcontinental, que en Europa ocupa la mayor parte de la península ibérica, es sumergirse en siglos de legado humano. Caminar por Madrid, su vibrante capital, es descubrir la huella de imperios pasados, de genios como Goya y Velázquez, de plazas que han sido testigos de revoluciones y celebraciones. El parque El Retiro, con su aire de tranquilidad, nos enseñó que también se escribe historia en silencio. Barcelona, con su espíritu creativo, nos dejó sin aliento con las formas imposibles de Gaudí. La Sagrada Familia no es solo una iglesia: es un símbolo vivo de cómo el arte, la fe y la arquitectura pueden cruzar generaciones. Y Toledo… antigua capital y corazón espiritual del país. Allí, las calles parecen susurrar relatos de convivencia entre cristianos, musulmanes y judíos, siglos antes de que se hablara de diversidad como algo moderno. También aprendimos desde la mesa: con una buena paella, unas tapas bien servidas y, claro, una cerveza Mahou para brindar por la vida. Viajar por España no fue solo turismo. Fue educación. Fue abrir los ojos a una historia que sigue latiendo entre piedras, sabores y acentos distintos.


Coliseo Romano,
Roma.
Sur de Europa
IT | 380
Italia
Un aula viva donde la historia y la cultura se sienten en cada paso. Con la costa mediterránea más extensa de Europa, Italia ha sido un pilar fundamental en la formación de la cultura occidental. Visitar Roma es sumergirse en siglos de historia entre ruinas que cuentan el origen de imperios y obras de arte que eternizan la grandeza humana. Florencia y Pisa nos abrieron las puertas al Renacimiento, esa época dorada donde el arte y la ciencia transformaron al mundo, con sus monumentos y esculturas que siguen deslumbrando. Venecia, la ciudad de los canales, es un laberinto mágico en el norte del Adriático, donde cada góndola parece deslizarse sobre siglos de leyendas y tradiciones. Nápoles, entre volcanes como el Vesubio, nos mostró la fuerza y la belleza de lo inesperado. Y Milán, con su espíritu moderno y vanguardista, nos recordó que la historia también se reinventa. Pero Italia no solo se aprende con los ojos. Sus sabores son parte de ese legado: la pizza quattro formaggi, los ravioles, la pasta carbonara, el gelato y el tiramisú son pequeños festines que llevan siglos enamorando paladares. Y claro, todo acompañado de una cerveza Peroni, que refresca y celebra cada momento. Italia es una experiencia para el alma, la mente y el paladar. Un viaje donde aprender es saborear, admirar y entender la historia en carne propia.


Basílica de San Pedro,
Ciudad del Vaticano.
Sur de Europa
VA | 336
Vaticano
Un pequeño país con una inmensa lección de arte, historia y espiritualidad. Este micropaís, sede de la Iglesia Católica y hogar del Papa, guarda un tesoro arquitectónico y artístico que nos dejó maravillados. Recorrer sus museos es sumergirse en siglos de historia: desde antiguas esculturas romanas como “Laocoonte y sus hijos”, hasta frescos renacentistas en las Salas de Rafael y la famosa Capilla Sixtina, cuyo techo pintó Miguel Ángel con un genio que trasciende el tiempo. Admirar la imponente Basílica de San Pedro o recorrer las catacumbas romanas donde descansan los restos del Papa Juan Pablo II, fueron experiencias que dejaron recuerdos imborrables, que nos enseñaron sobre fe, poder y legado. Y sí, para quienes se pregunten, en la Ciudad del Vaticano también se come y se bebe, aunque la única cafetería pública dentro de los museos vaticanos ofrece una experiencia bastante modesta, nada que presumir. Visitar el Vaticano es aprender con los ojos, el alma y el corazón, un viaje que muestra cómo la historia y la espiritualidad se entrelazan en un lugar único en el mundo.


Partenón,
Atenas.
Sureste de Europa
GR | 300
Grecia
La cuna de la civilización occidental y una lección viva de historia y cultura. Conocer este país, cuyo pueblo fue fundamental en la antigüedad, fue una experiencia inolvidable. Visitar Olimpia, lugar sagrado dedicado a Zeus y cuna de los primeros Juegos Olímpicos, nos hizo sentir el peso de tradiciones que marcaron el mundo. Atenas, la capital, guarda monumentos emblemáticos que han resistido siglos: la imponente Acrópolis con su templo del Partenón, símbolo de la democracia y el arte clásico. Y El Pireo, que en otro tiempo fue una isla y hoy es el puerto que conecta a Atenas con el mar, nos mostró la importancia estratégica y cultural que tuvo esta ciudad desde siempre. Pero no solo aprendimos con la vista. La gastronomía griega nos conquistó con los sabores de los gyros y los souvlaki, acompañados por una cerveza Mythos que refrescó cada momento. Grecia es un aula abierta donde se aprende sobre el origen de muchas ideas que hoy damos por sentadas, y donde la historia se vive en cada piedra y cada plato.


Hagia Sophia,
Estambul.
Sureste de Europa
TR | 792
Turquia
Un cruce de imperios y culturas, un aula abierta de historia viva. Visitar este territorio que se extiende desde Europa oriental hasta Asia occidental es adentrarse en un mosaico cultural moldeado por los imperios griego, persa, romano, bizantino y otomano. Conocer Esmirna, antigua capital de Asia Menor, fundada por los griegos, conquistada por los romanos y reconstruida por Alejandro Magno, fue una lección sobre la resiliencia y la transformación histórica. Estambul, cosmopolita y vibrante, nos cautivó con su ubicación estratégica en el estrecho del Bósforo y sus tesoros arquitectónicos: la icónica basílica de Santa Sofía, la majestuosa mezquita Azul del siglo XVII y el esplendor del palacio Topkapı. Además de aprender con los ojos, disfrutamos de sabores únicos: el döner kebap que nos llenó de energía y el dulce baklava que endulzó nuestros momentos, todo acompañado por la cerveza Efes Pilsen, que refrescó cada paso del viaje. Turquía nos enseñó que la historia no solo se estudia, sino que se vive y se saborea en cada esquina.
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Statue of Liberty,
Nueva York.
Norteamerica
US | 840
Estados Unidos
Un país enorme lleno de historia, cultura y diversidad. Vivimos en este país que es la primera potencia del mundo, y donde también reside la mayor comunidad mexicana fuera de México. Estados Unidos no es solo un lugar donde estamos, sino donde seguimos conociendo, creciendo y construyendo nuestra historia. En la costa oeste, California ha sido nuestro principal referente. Desde San Francisco, cruzando el icónico Golden Gate hacia Sausalito y sus majestuosos bosques de Redwood; hasta el sur, donde hemos explorado San Diego, Los Ángeles y sus parques temáticos como Disneyland, Universal Studios y SeaWorld. También hemos disfrutado de la vibrante vida nocturna de Las Vegas, en el desierto de Mojave, Nevada, con su espectáculo único. En la costa este, nos hemos acercado a la historia de la nación visitando las tres capitales que Estados Unidos ha tenido: Nueva York, con su majestuosa Estatua de la Libertad y Wall Street; Filadelfia, en Pensilvania, donde se firmó la Declaración de Independencia; y Washington D.C., la actual capital que alberga el Capitolio, la Casa Blanca y organismos internacionales como la ONU y el Banco Mundial. Hemos vivido también la experiencia del noreste, en Delaware con sus paisajes nevados y su imponente puente Delaware Memorial Bridge; y en el sureste, Texas, donde Houston nos mostró la puerta al espacio. Un lugar especial para nosotros es Arizona, con Phoenix, sede de la Arizona State University, donde tuve la oportunidad de estudiar un verano. También exploramos Sedona, el impresionante Gran Cañón, y en el noroeste, Seattle y Kirkland, ciudades vibrantes que complementan nuestra vida aquí. La comida estadounidense es parte de nuestra rutina y cultura diaria. Para nosotros, las mejores hamburguesas son las de In-n-Out en el oeste y Shake Shack en el este. En cuanto a cervezas, Coors Light y Modelo Oro son nuestras favoritas, reflejo de la tradición pionera en cervezas ligeras que se vive aquí. Estados Unidos es más que un país para nosotros: es nuestro hogar, un lugar donde seguimos aprendiendo y disfrutando cada día.


Big Ben,
Londres.
Noreste de Europa
GB-ENG+ | 826
Inglaterra
Una historia milenaria que se vive en cada rincón. Visitar una de las cuatro naciones que conforman el Reino Unido fue una experiencia inolvidable. Londres, su capital, ha sido un importante asentamiento humano desde que los romanos la fundaron como Londinium hace casi dos mil años. Hoy, esta ciudad es un vibrante centro artístico, comercial y multicultural, donde la historia convive con la modernidad. Caminar por sus calles es aprender a través de símbolos: el majestuoso Palacio del Parlamento, la icónica torre del Big Ben, la histórica Abadía de Westminster, escenario de coronaciones reales, y al otro lado del río Támesis, el imponente Palacio de Buckingham y el emblemático Tower Bridge. Y la historia también se aprende en la mesa. Comenzar el día con un Full English Breakfast y sus poached eggs nos llenó de energía para explorar. En un tradicional pub disfrutamos los clásicos fish and chips, acompañados de una cerveza London Pride pale ale, y cerramos con el reconfortante pudín de Yorkshire. Inglaterra nos enseñó que la cultura se vive con todos los sentidos y que la historia está presente en cada paso.


Torre Eiffel,
Paris.
Europa Occidental
FR | 250
Francia
Donde la historia, el arte y la elegancia se entrelazan en cada rincón. Visitar esta república europea —hogar de ciudades medievales, villas alpinas y playas mediterráneas— fue una experiencia profundamente enriquecedora. París, su capital, no solo deslumbra por su fama en la alta costura, sino porque es una ventana viva al pasado y al espíritu cultural de Europa. Pisar el Museo del Louvre, donde habita la Mona Lisa entre miles de tesoros artísticos, contemplar la majestuosa Torre Eiffel y recorrer el Arco del Triunfo, es sumergirse en siglos de historia, conquistas, revoluciones y belleza. Y a solo unos kilómetros, el imponente Palacio de Versalles nos recordó la grandeza, el exceso y las transformaciones que marcaron la historia de toda una nación. Versalles fue mucho más que un palacio: fue una clase magistral sobre poder, arte y memoria. También aprendimos desde el paladar. Disfrutamos del Croque Monsieur y el Pain Perdu en nuestros desayunos; y por la noche, a los pies de la Torre Eiffel, las crepas con azúcar nos regalaron momentos simples pero memorables. Aunque Francia es célebre por sus vinos tintos, la cerveza Kronenbourg 1664 fue una grata sorpresa que sumó al descubrimiento. Francia nos enseñó que la cultura no solo se observa: se vive, se saborea y se honra en cada detalle.


Grant Place,
Brucelas.
Europa Occidental
BE | 056
Bélgica
Un cruce de culturas donde la historia medieval y la diplomacia moderna se encuentran. Este país, conocido por sus ciudades medievales, su arquitectura renacentista y por ser sede de instituciones clave como la Unión Europea y la OTAN, nos ofreció una experiencia única de aprendizaje cultural. Recorrer Bruselas, su capital bilingüe, fue como caminar entre dos mundos: la majestuosidad de la Grand Place, con sus casas consistoriales adornadas y su arquitectura art-nouveau, nos habló del pasado; mientras sus modernos edificios institucionales nos recordaron su papel actual en la política global. Brujas, con sus canales, calles adoquinadas y construcciones medievales, parecía detenida en el tiempo. Allí aprendimos que la belleza de lo antiguo se conserva cuando se cuida con amor. Y Gante, con su mezcla de historia, arte y vida universitaria, nos mostró una ciudad vibrante que honra su pasado sin dejar de mirar hacia el futuro. La historia también se saborea: probamos la Carbonade flamande, un estofado lleno de tradición; las frietjes y los gofres, que son verdaderas joyas de la comida callejera. Y aunque Bélgica es famosa por sus cervezas —como la Stella Artois y la Delirium Tremens—, nuestras favoritas fueron la refrescante Hoegaarden y la intensa Duvel. Bélgica nos enseñó que el conocimiento no solo se encuentra en los museos o los libros, sino también en sus plazas, sus sabores y sus silenciosas calles empedradas.


Zaanse Schans,
Amstermad.
Europa Occidental
NL | 528
Paises Bajos
Donde la historia, el arte y la resiliencia se entrelazan con elegancia. Este reino europeo, famoso por sus paisajes planos surcados de canales, campos de tulipanes, molinos de viento y ciclovías infinitas, nos ofreció una experiencia cultural profunda y reveladora. En Ámsterdam, su capital, tuvimos la oportunidad de visitar la casa donde Ana Frank, la joven judía que conmovió al mundo con su diario, se escondió durante la Segunda Guerra Mundial. Un espacio silencioso que deja una huella profunda y nos recuerda el valor de la memoria. Caminamos entre elegantes mansiones junto a los canales, rodeados de historia, arte y vida. En sus museos, contemplamos obras maestras de Rembrandt y Vermeer, artistas que nos enseñaron a ver la luz y la vida cotidiana con nuevos ojos. El recorrido no terminó ahí: el barrio rojo, provocador y complejo, nos mostró otra cara de la libertad neerlandesa; y fuera de la capital, caminar por Zaanse Schans entre molinos de viento y casas tradicionales, así como visitar los encantadores pueblos portuarios de Volendam y Marken, nos conectó con una cultura que ha sabido convivir con el agua, la tradición y la modernidad. También aprendimos a través de su gastronomía: probamos las bitterballen, el Volendamse proeverij —un platillo delicioso y variado—, y nos rendimos ante la calidad de su queso gouda. En cuanto a cerveza, más allá de las conocidas Heineken y Amstel, la Robuust blond fue una grata sorpresa. Los Países Bajos nos enseñaron que una nación pequeña en territorio puede ser inmensa en historia, arte y carácter. r su paisaje plano de canales, campos de tulipanes, molinos de viento y ciclovías. Estar en Ámsterdam, la capital, y conocer la casa donde la joven judía Anna Frank se escondió y escribió su diario durante la Segunda Guerra Mundial; las mansiones junto a los canales y un tesoro de obras de artistas, como Rembrandt y Vermeer; así como recorrer el provocador Barrio Rojo; caminar Zaance Schans, la ciudad de los iconicos molinos de viento, y los pueblos pintorescos puertos de Volendam, y Marken, ha sido increible. De su gastronomía, además de las famosas Bitterballen, el Volendamse proeverijes un platillo muy bueno y variado. Reconocemos que hacen un queso gouda muy rico. En cuanto a cervezas, más que la Heineken y la Amstel, la Robuust blond es mejor opción.


Puerta de Brandemburgo,
Berlín.
Europa Central
DE | 276
Alemania
Una tierra de memoria, arte y naturaleza que enseña con profundidad. Esta república europea, con su paisaje de bosques frondosos, ríos caudalosos, cadenas montañosas y playas que miran al mar del Norte, nos ofreció una experiencia que va más allá del turismo: fue una lección de historia, resiliencia y cultura. Conocer Berlín, su capital, fue adentrarnos en el corazón de la Europa del siglo XX. Fundada en el siglo XIII, Berlín combina una vibrante vida cultural y nocturna con profundas cicatrices históricas. Caminar por la Puerta de Brandeburgo, recorrer los sitios que narran los horrores de la Segunda Guerra Mundial, visitar el Monumento del Holocausto y observar los grafitis que cubren los restos del Muro de Berlín fue conmovedor. Allí, la historia no está escondida: está presente, visible, viva. En el sur, el estado de Baviera nos ofreció otro rostro de Alemania. Subir al castillo de Neuschwanstein, inspiración de cuentos de hadas, fue como entrar en un sueño medieval. En Múnich, nos impresionó la arquitectura del ayuntamiento y disfrutamos de la calidez de compartir una cerveza entre amigos en un Biergarten. Pero también enfrentamos una parte más dura de la historia al visitar el campo de concentración de Dachau, el primero de su tipo, una experiencia sobria y profundamente reflexiva que nunca olvidaremos. La cultura alemana también se saborea: el Bratwurst, el Schnitzel, el Apfelstrudel como postre, y los clásicos Bretzels nos conectaron con una gastronomía rica y reconfortante. Y en cuanto a cervezas, nuestras favoritas fueron la Hofbräu München Münchner Weisse y la Kapuziner Weissbier Hefe, verdaderas joyas de la tradición cervecera alemana. Alemania nos enseñó que una nación puede mirar de frente a su pasado, honrar su cultura y seguir construyendo identidad con fuerza y sensibilidad.


Reloj Astronómico,
Praga.
Europa Central
CZ | 203
Chequia
Donde cada piedra y cada sorbo cuentan siglos de historia. Este país europeo, conocido por sus castillos adornados, su larga tradición cervecera y su profunda herencia cultural, nos ofreció una experiencia fascinante que va mucho más allá de lo visual: fue una inmersión en la historia viva de Europa Central. Estar en Praga, su capital, fue como recorrer un cuento medieval. El imponente Castillo de Praga, del siglo IX, nos recibió como una fortaleza cargada de símbolos históricos, y su ciudad antigua, conservada con esmero, nos permitió caminar entre siglos. El Puente de Carlos, con sus estatuas que observan silenciosas desde lo alto del Moldava, nos recordó que el arte y la devoción también se plasman en piedra. Una experiencia que marcó especialmente nuestro paso por el país fue la visita a Kutná Hora, en la región de Bohemia Central. Allí, la Capilla de los Huesos en Sedlec —adornada con candelabros y ornamentos hechos de restos humanos— nos enfrentó a una mirada poco común sobre la muerte, la espiritualidad y la memoria. Un lugar que conmueve, pero que también invita a reflexionar sobre el paso del tiempo y la fragilidad humana. En lo culinario, nos sorprendió la Bramboračka, una sopa tradicional que reconforta el cuerpo y el alma. Y como no podía faltar en una nación pionera en el arte de hacer cerveza, disfrutamos la clásica Pilsner Urquell, orgullo checo y referencia mundial. La República Checa nos enseñó que la historia no solo se encuentra en los museos, sino también en sus calles empedradas, en sus rituales antiguos y en cada gesto de su gente.


Alpes de Jungfrau-Aletsch,
Jungfraujoch.
Europa Central
CH | 756
Suiza
Donde la majestuosidad natural se une con la historia, la diplomacia y la tradición. Esta hermosa confederación, enclavada en el corazón montañoso del surponiente de Europa Central, nos deslumbró con sus paisajes de lagos cristalinos, aldeas de cuento y las imponentes cumbres de los Alpes. Más que un destino turístico, Suiza fue para nosotros una lección viva sobre armonía entre naturaleza, cultura y convivencia internacional. En Ginebra, al extremo sur del lago Lemán, no solo admiramos su belleza serena, sino que comprendimos su relevancia global: sede europea de las Naciones Unidas y hogar de la Cruz Roja Internacional, esta ciudad nos recordó la importancia de la diplomacia y los derechos humanos en un mundo en constante cambio. En Interlaken y Lauterbrunnen, el contacto con la naturaleza fue tan poderoso como inspirador. Las 72 cascadas que se desploman por paredes rocosas en Lauterbrunnen son un espectáculo natural que te conecta con algo más profundo. Y subir al Jungfraujoch, el punto más alto del macizo montañoso de Europa, fue literalmente tocar el cielo. También conocimos Zúrich, la ciudad más poblada del país, donde la modernidad y la historia conviven con elegancia. Hospedarnos en un hotel con vista panorámica desde la cima fue una experiencia inolvidable: un momento de calma que nos permitió contemplar todo lo vivido. La cultura suiza también se saborea: probamos la tradicional fondue de queso, un ritual cálido y delicioso que une a las personas alrededor de la mesa. Y en cuanto a cerveza, la Feldschlösschen se ganó nuestro aplauso como la mejor del viaje. Suiza nos enseñó que la riqueza de un país no solo se mide en economía, sino en su capacidad de preservar su entorno, su historia y su vocación de paz.


Panoramica de The Pfaffenthal,
Luxemburgo.
Europa Central
LU | 442
Luxemburgo
Pequeño en territorio, inmenso en historia y paisajes. Este microestado europeo, único gran ducado soberano en el mundo, nos sorprendió por su equilibrio entre tradición, naturaleza y fortaleza histórica. Aunque discreto a primera vista, recorrer Luxemburgo fue una experiencia llena de aprendizajes culturales y paisajísticos. En su mayoría rural, el país conserva paisajes de extraordinaria belleza. Al norte, el bosque de las Ardenas nos mostró un entorno natural denso y sereno; al este, los desfiladeros rocosos de Mullerthal, conocidos como la “Pequeña Suiza”, nos ofrecieron caminatas inolvidables; y al sureste, el valle del río Mosela nos enseñó sobre la tradición vitivinícola que da vida a esta región. Su capital, Ciudad de Luxemburgo, nos fascinó por su estratégica ubicación sobre riscos escarpados. La antigua ciudad fortificada, con sus murallas, puentes y túneles, nos transportó a una época en la que este pequeño país jugaba un papel clave en las defensas europeas. Caminar por sus calles fue comprender cómo la historia se preserva con orgullo en cada rincón. La gastronomía luxemburguesa, influenciada por sus vecinos y sus raíces rurales, también nos sorprendió. Nuestro platillo favorito fue el Panaché du Boucher, una deliciosa muestra de su tradición cárnica, acompañado por la cerveza local Bofferding, una de las más representativas del país. Luxemburgo nos enseñó que no hace falta ser grande para tener una identidad fuerte, una historia profunda y una cultura que deja huella.


Europa Central
LI | 438
Liechtenstein
Un principado pequeño con una identidad bien definida. Estar en este ducado, uno de los seis microestados de Europa, fue una experiencia única. Recorrer las tranquilas calles de Vaduz, su capital, visitar la catedral, el edificio del Parlamento y sentir el equilibrio entre modernidad y tradición fue descubrir una nación que, aunque discreta, tiene mucho que contar. Liechtenstein es el resultado histórico de la unión de dos antiguos enclaves: Vaduz y Schellenberg, que hoy conforman once pequeñas comunidades. Si bien su capital es Vaduz, la ciudad más poblada es Schaan. El país ha sido conocido por su estatus como paraíso fiscal, pero también por su estabilidad, su organización y su firme identidad. Aunque no pertenece a la Unión Europea, desde 2011 forma parte del espacio Schengen, lo que permite la libre circulación de personas, reflejando su compromiso con la integración europea. Además del aprendizaje cultural, también disfrutamos de su gastronomía. El Schnitzel, típico de la región alpina, fue nuestro platillo preferido. Y aunque Liechtenstein no es conocido por una gran variedad cervecera, su cerveza local Brauhaus nos pareció deliciosa y muy representativa del carácter artesanal del país. Liechtenstein nos enseñó que incluso los territorios más pequeños tienen un lugar en la historia, en la diplomacia y en el corazón de Europa.


Palacio de Schönbrunn,
Viena.
Este de Europa
AT | 040
Austria
Historia imperial, legado cultural y belleza natural en cada rincón. Este país, uno de los veintisiete estados soberanos que forman la Unión Europea, nos ofreció una experiencia profundamente enriquecedora. Heredero del Sacro Imperio Romano Germánico y cuna de la poderosa Casa de Habsburgo, Austria no solo se recorre con los pies, sino que se vive con todos los sentidos. Caminar por Hallstatt-Dachstein, un paisaje cultural declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, fue como entrar a una postal viva. Navegar por su lago, rodeado de montañas y casas tradicionales, nos conectó con una forma de vida que honra la historia y la naturaleza. En Salzburgo, ciudad natal de Wolfgang Amadeus Mozart, pudimos disfrutar de la música clásica en su contexto original, recorriendo calles que combinan armonía visual y legado artístico. Además, visitar el museo de Red Bull mostró cómo Austria también innova desde sus raíces. La capital federal, Viena, es un aula abierta de historia y arte. Escuchar un concierto de ópera con obras de Mozart, Strauss y Wagner fue una experiencia sensorial y espiritual. Ver el Penacho de Moctezuma en el Museo de Etnología, contemplar la grandeza del Palacio Schönbrunn y visitar la Cripta Imperial, donde descansa Ferdinand Maximilian von México, nos conectó con una parte muy íntima de nuestra propia historia como latinoamericanos. Y como en todo gran viaje, también aprendimos con el paladar. Disfrutar una Frittatensuppe para abrir el apetito, seguida por un Wiener schnitzel, fue un placer sin comparación. En cuanto a cervezas, los austriacos son verdaderos apasionados: nuestra favorita fue la Gösser, aunque la Stiegl Goldbräu también merece mención de honor. Austria nos enseñó que la cultura se hereda, se celebra y se comparte —y que un país pequeño en tamaño puede ser enorme en arte, historia y sensibilidad.
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Edificio del Parlamento,
Budapest.
Este de Europa
HU | 348
Hungría
Un legado imperial que se siente en cada rincón de su capital. Situado en la llanura panónica del corazón de Europa, este país fue un imperio independiente durante cinco siglos antes de integrarse al Imperio Austrohúngaro. Visitar Hungría es reencontrarse con una historia poderosa, marcada por el esplendor, la resistencia y el orgullo nacional. Estar en Budapest, su capital y ciudad más poblada, fue una experiencia inolvidable. Considerada una de las ciudades más bellas de Europa, nos regaló un recorrido lleno de aprendizajes. A orillas del Danubio, el Barrio del Castillo de Buda y el Parlamento de Hungría —el tercero más grande del mundo— nos hablaron de un pasado imperial que aún late con fuerza. Pasear por la Avenida Andrássy, llegar a la Plaza de los Héroes y recorrer el Metropolitano del Milenio —el segundo más antiguo del mundo— fue como transitar por páginas vivas de la historia europea. La gastronomía húngara también forma parte de esa identidad profunda. Abrir una comida con un plato de Gulyás (goulash) y cerrarla con un strudel como postre, fue tan delicioso como simbólico. Y entre sus cervezas locales, la Dreher se convirtió en nuestra favorita, con un sabor que acompaña perfectamente la experiencia. Hungría nos enseñó que las ciudades no solo se admiran, se estudian o se recorren: también se sienten. Y Budapest, sin duda, se queda en el alma.


Castillo de Bratislava,
Bratislava.
Este de Europa
SK | 703
Eslovaquia
Un pequeño gran tesoro a orillas del Danubio. Visitar Bratislava, una de las capitales más pequeñas de Europa, fue un verdadero placer. Su compacto y bien conservado centro histórico nos permitió recorrer la esencia de la ciudad con tranquilidad y encanto, siempre acompañados por el imponente río Danubio. Subir hasta el Bratislavský Hrad fue como viajar al pasado, disfrutando de vistas panorámicas que cuentan siglos de historia. La visita a la Catedral de San Martín, lugar de coronaciones reales, y el paseo por sus calles llenas de vida, arquitectura y cultura, nos regalaron un aprendizaje directo sobre la identidad eslovaca. En lo gastronómico, no puedes dejar de probar la Kapustnica, una sopa tradicional que refleja la riqueza de su cocina local. Y para acompañar, nuestra recomendación cervecera es la Zlatý Bažant, la cerveza eslovaca por excelencia que refrescó cada momento. Eslovaquia nos enseñó que, aunque pequeña, su historia y cultura tienen un impacto profundo y auténtico.



